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¿Qué está diciendo este hombre? ¿Rezaba por la muerte del Papa Benedicto XVI y se alegró de su “…

Encuentro Kiko Argüello Puerto Rico 14 Marzo 2017. Ver a partir de 59: 22 Encuentro Kiko Argüello Puerto Rico 14 Marzo 2017
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¿Qué está diciendo este hombre? ¿Rezaba por la muerte del Papa Benedicto XVI y se alegró de su “…

Este señor es tan soberbio como BERGOGLIO. Y SU grupo de KIKOS van de paralelo por la Iglesia. Han tenido muchos problemas en las parroquias donde están: quieren dirigirlo todo. Bah...
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Bergoglio blasfema la Palabra de Dios, violando así el Primero y Segundo Mandamiento

Una aclaración: INFOVATICANA no es bergogliana.
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POR QUÉ, NO LEVANTAR LAS MANOS EN EL PADRE NUESTRO?

¿ES CORRECTO LEVANTAR LAS MANOS A LA HORA DE REZAR EL PADRENUESTRO EN LA MISA?

CLERICALISMO RIGORISTA ECLESIÁSTICO Y NO ECLESIAL IGLESIA ORACIÓN GESTOS
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Sinfonía de dos mundos, poesía de Helder Cámara

Misión es partir, caminar,
dejar todo, salir de sí,
quebrar la corteza del egoísmo
que nos encierra en nuestro Yo.
Es parar de dar vueltas
alrededor de nosotros mismos
como si fuéramos el centro
del mundo y de la vida.
Es no dejarse bloquear
en los problemas del mundo pequeño
al que pertenecemos:
la humanidad es más grande.
Misión es siempre partir,
más no devorar kilómetros.
Es sobre todo …Más
Misión es partir, caminar,
dejar todo, salir de sí,
quebrar la corteza del egoísmo
que nos encierra en nuestro Yo.
Es parar de dar vueltas
alrededor de nosotros mismos
como si fuéramos el centro
del mundo y de la vida.
Es no dejarse bloquear
en los problemas del mundo pequeño
al que pertenecemos:
la humanidad es más grande.
Misión es siempre partir,
más no devorar kilómetros.
Es sobre todo abrirse
a los otros como hermanos,
descubrirlos y encontrarlos.
Y si, para descubrirlos
y amarlos, es preciso atravesar
los mares y volar los cielos,
entonces, MISIÓN ES PARTIR
HASTA LOS CONFINES
DEL MUNDO.

Dom Helder Camara
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La Danza del Rey David. 2 Samuel 6; 14-15: David danzaba girando con todas su fuerzas delante de Yahvéh …

Traducción:
Oye, Israel, Adonai es nuestro Di-s, Adonai es Uno.
[en voz baja] Bendito sea el nombre de la gloria de Su reino por siempre jamás.
Amarás a Adonai tu Di-s con todo tu corazón, con toda tu alma con toda tu fuerza. Y estas palabras que Yo te ordeno hoy estarán sobre tu corazón. Las enseñarás a fondo a tus hijos, y hablarás de ellas al estar sentado en tu casa y al andar por el camino …Más
Traducción:

Oye, Israel, Adonai es nuestro Di-s, Adonai es Uno.

[en voz baja] Bendito sea el nombre de la gloria de Su reino por siempre jamás.

Amarás a Adonai tu Di-s con todo tu corazón, con toda tu alma con toda tu fuerza. Y estas palabras que Yo te ordeno hoy estarán sobre tu corazón. Las enseñarás a fondo a tus hijos, y hablarás de ellas al estar sentado en tu casa y al andar por el camino, al acostarte y al levantarte. Las atarás como señal sobre tu mano y serán por recordatorio entre tus ojos. Las escribirás sobre las jambas de tu casa y en tus portones.

Fonética:

Shemá Israel Adonai Elohéinu Adonái Ejád.

[en voz baja:] Barúj Shem Kevód Maljutó Leolám Vaéd.

Veahavtá et Adonai Elohéja, Bejól Levavjá, Uvejól Nafshejá, Uvejól Meodéja. Vehaiú Hadvarím Haéile Ashér Anojí Metzavjá Haióm Al Levavéja. Veshinantám Levanéja Vedibartá Bam, Beshivtejá Beveitéja, Uvelejtejá Vadérej, Uveshojbejá, Uvkumejá. Ukshartám Leót Al Iadeja Vehaui Letotafot Bein Eneja Uktabtam al Mezuzot Beitéja, Uvishearéja.
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La hora 25 Pelicula

- ¿Qué necesita este niño? (Pregunta el sacerdote al padrino)
- Fe, Esperanza y Bautismo.
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EL CONCILIO VATICANO II. DOCUMENTAL

✍️ Para nadie es novedad que después del Concilio sobrevino una enorme crisis cuyos ecos intensos aún se mantienen vivos, afectando a la vida y a la misión de la Iglesia. Precisamente por ello se ha hecho necesaria la convocatoria a una ardorosa y Nueva Evangelización.
Al poner de relieve la bendición que constituye el Concilio Vaticano II y el valor fundamental de sus documentos --como en este …
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✍️ Para nadie es novedad que después del Concilio sobrevino una enorme crisis cuyos ecos intensos aún se mantienen vivos, afectando a la vida y a la misión de la Iglesia. Precisamente por ello se ha hecho necesaria la convocatoria a una ardorosa y Nueva Evangelización.

Al poner de relieve la bendición que constituye el Concilio Vaticano II y el valor fundamental de sus documentos --como en este caso la Lumen gentium--, no nos situamos en una perspectiva ingenua. Nada de eso. Precisamente, es un tópico común afirmar que la "crisis" surgió con el Vaticano II, no a causa de éste. Y es verdad. No es el Concilio el que genera la "crisis", ella estaba ya latente lista para explotar. Más bien el Concilio se adelanta con su respuesta de "renovación en continuidad" para dar un horizonte y brindar salidas a la crisis. El problema es previo al Concilio, y lamentablemente avanza a pesar del Concilio, nunca a causa de él, como es obvio.

Ver así el Concilio, permite comprenderlo mejor, y descubrir sus ricas virtualidades, muchas aún esperando implementarse, y también permite conocer cómo es que se le achaca una culpa que jamás tuvo. La crisis antecedente se expresa en la reacción de aquellos que por apegarse a los rasgos accidentales del recorrido histórico de la Iglesia se muestran reacios a aceptar el Concilio, y ella va pareja con otra expresión, la de aquellos que carecen igualmente de una óptica realista, y se mueven en lo superficial, confundiendo lo accidental con lo fundamental, y quieren arrasar con todo lo que les parece no conforme a sus imágenes subjetivas de la Iglesia, ignorando la realidad ónticamente fundante del misterio de la Iglesia. Los cambios y reformas no pueden aplicarse «ni a la concepción esencial, ni a las estructuras fundamentales de la Iglesia católica» (77), enseñaba en su momento el Papa Pablo VI.

Por lo dicho se ve que la "crisis" que ya estaba presente se expresa con ocasión de la recepción e interpretación del Concilio (78), precisamente porque él es portador de una recta visión que busca responder a los problemas de los creyentes y en general de la humanidad en horizonte de presente y futuro. El mostrar con claridad las inconsecuencias existentes en muchos, es fruto de la luz que arroja sobre la marcha de la comunidad. La guía es clara. La respuesta está librada a la libertad de cada cual.

El hoy Cardenal Ratzinger, hace veinticinco años se preguntaba: «¿Cómo se ha podido llegar a una tan extraña situación de confusión en el momento en que se esperaba un nuevo pentecostés? ¿Cómo ha sido posible que precisamente cuando el concilio parecía recoger los frutos maduros de los últimos decenios, esta plenitud haya dado paso de repente a un vacío desconcertante? ¿Qué ha sucedido para que del gran impulso hacia la unidad haya surgido la disgregación?» (79). Años después, Hans Urs von Balthasar ofrecía una respuesta con la que convengo plenamente: «Es lástima que los años posconciliares no parecen haber entendido toda la magnitud del programa (del Concilio), que, desde luego, sólo puede percibirse desde la óptica de su unidad» (80).
Hoy se hace indispensable recuperar la visión unitaria y comprender al Concilio en su integridad y en su sentido auténtico. Para ello la Lumen gentium, desde su perspectiva central de columna vertebral, permite apuntar algunas líneas de acción para acometer con mayor ardor y eficacia las tareas de la Nueva Evangelización. ¿Cómo, pues, no valorar y agradecer la realización del Concilio y de sus documentos?

1. La primera es tomar viva conciencia de la propia identidad, de lo que significa ser miembro de la Iglesia, ser hijo de la Iglesia. De aquella que es vista por la Constitución en una perspectiva que ofrece desde la profundidad dogmática un claro marco pastoral para aproximarse al ser humano de hoy, en el dinamismo de una Iglesia que se sabe convocada para la misión, para anunciar la Buena Nueva del Señor Jesús, y que está llamada a ser signo e instrumento de unidad, fermento de comunión y reconciliación para todos los seres humanos, viviéndolos en sí misma.
2. La segunda, a partir de la conciencia del horizonte del designio divino y de la distancia que de él nos separa, buscar efectivamente, poniendo los medios proporcionales y adecuados, acercarnos a ese ideal en la concreta existencia temporal (81), buscando erradicar cuanto constituye obstáculo para la realización del Plan divino y la libre cooperación a él.

Así, pues, se trata de asumir un programa de renovación personal y colectiva tomando realmente en serio la vocación universal a la santidad, y la gran responsabilidad de las exigencias de sacramentalidad en la propia vida y en la vida de la comunidad eclesial.

En esto último, resulta fundamental recordar la comunión en torno a la verdad, a la fe de la Iglesia, aspirando a dar ante el mundo el testimonio de unidad al que nos invita el Señor Jesús.

3. Tercera. Inserción en el mundo, pero desde la propia identidad eclesial. Presencia, sí, pero sin confusión. Una vez más, el tema fue extensa y orientadoramente tratado por Pablo VI en su encíclica programática Ecclesiam suam, a la que se debe recurrir como uno de los instrumentos fundamentales para comprender bien el Concilio.

El dinamismo del mundo moderno nos lleva a prestar excesiva atención al momento que vivimos. Y nos olvidamos que ese momento es parte de una secuencia, que tiene antecedentes, en los cuales se funda y se basa, y que tiene proyecciones, hacia las cuales se dirige. No podemos jamás --para poder ser nosotros mismos, para poder ser personas conscientes, para poder ser consecuentes hijos de la Iglesia-- olvidar las propias raíces. Tenemos que partir de ellas. Y a la luz de ellas y en su dinamismo vivir el momento presente y proyectarnos hacia el futuro. Lo demás no tiene sentido. Es un absurdo. Precisamente, debemos recuperar la dimensión de historia en nuestras propias realidades personales y en nuestra realidad eclesial. Por allí está el camino para vivir la propia identidad, y ser coherentes con ella.

4. Cuarta. Asumir en serio la misión evangelizadora. La convocatoria incesante del Papa Juan Pablo II y de los Pastores latinoamericanos para una Nueva Evangelización brota del dinamismo de la reconciliación obrada en el Señor Jesús y que invita a la efusión gozosa de esa experiencia de encuentro con Dios y al anuncio de que sólo hay un salvador y portador de vida: el Señor Jesús.
Si no se parte de estas convicciones y del esfuerzo por cooperar con la gracia para responder, desde el núcleo de nuestro ser, a ese testimonio de vida cristiana y a ese anuncio, la Nueva Evangelización no será. Cada uno de nosotros tiene una tarea que cumplir, tiene una misión que debe asumir con coherencia, a pesar de las propias debilidades, confiando en la gracia de Dios, cooperando siempre con esa gracia de Dios, para cumplir con su Plan, para responder al horizonte que en cada tiempo aparece y que hoy tenemos ante nosotros con el nombre de Nueva Evangelización.


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Notas

77. #77 S.S. Pablo VI, Ecclesiam suam, 17.

78. #78 El Papa Pablo VI, en un discurso al Colegio de Cardenales sobre la renovación postconciliar, el 24 de junio de 1967, apunta a estas distorsiones diciendo: «Y, a fin de no faltar a Nuestro deber doctrinal y pastoral, muchas veces hemos tenido que rectificar --mediante Nuestros discursos-- las tendencias enderezadas a interpretaciones inexactas y arbitrarias de las enseñanzas conciliares, y estimular el sentido de una pura ortodoxia hacia la auténtica doctrina de la Iglesia, recomendando, por esta misma razón, la imprescindible necesidad de un continuado cotejo y de una leal adhesión al magisterio eclesiástico, en el que debe reconocerse el carisma de una perenne y activa asistencia del Espíritu que anima a la Iglesia y que es Maestro de cada verdad revelada» (n. 8).

79. #79 Joseph Ratzinger, ¿Por qué permanezco en la Iglesia?, en Hans Urs von Balthasar y Joseph Ratzinger, ¿Por qué soy todavía cristiano? ¿Por qué permanezco en la Iglesia?, Sígueme, Salamanca 1974, p. 59. La versión original en alemán es de 1971.

80. #80 Hans Urs von Balthasar, Puntos centrales de la fe, ob. cit., p. 101.

81. #81 Ver S.S. Pablo VI, Ecclesiam suam, 14.
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EL CONCILIO VATICANO II. DOCUMENTAL

La verdadera Teología de la Liberación es una relectura del Evangelio bajo el prisma del pobre, del excluido, del oprimido...