Monseñor Schneider: mejor en la Unión Soviética que en Occidente
Su llegada a Alemania a los doce años de edad fue para Schneider un doble impacto. En contraste con la Unión Soviética, el material pornográfico se ofrecía en venta al público en los quioscos.
Además, para él era “incomprensible” la Comunión en la mano, por ejemplo, “como si se recibiera al Salvador como un bizcocho y se lo pusiera en la boca”.
Incluso en su juventud, Schneider advirtió que la Misa alemana parecía más una asamblea que el culto divino que conoció en la Unión Soviética.
En los 1990s, Schneider vivió en Roma como sacerdote, y su madre le habló por teléfono, con lágrimas, sobre las condiciones que se vivían en la parroquia al sur de Alemania. No había sacerdote y un asistente pastoral presidía los encuentros de oración.
La madre del obispo dijo: “Sería preferible para mí ser perseguida de nuevo en la Unión Soviética y vivir en la clandestinidad que experimentar lo que está sucediendo aquí en esta parroquia de Alemania”.
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