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LA MISERICORDIA DE DIOS: Encíclica "DIVES IN MISERICORDIA" - 30-11-1980 Resumen: "Rico en misericordia" es una frase que resume perfectamente la visión de Dios que Jesucristo nos ha revelado como …Más
LA MISERICORDIA DE DIOS: Encíclica "DIVES IN MISERICORDIA" - 30-11-1980

Resumen:

"Rico en misericordia" es una frase que resume perfectamente la visión de Dios que Jesucristo nos ha revelado como nuestro Padre celestial. Esta visión de Dios como un Padre compasivo y lleno de amor es algo que Jesús mismo ha encarnado y nos ha enseñado a través de su vida y enseñanzas. Recordemos la conversación que Jesús tuvo con Felipe, uno de sus doce apóstoles. Felipe, anhelando ver a Dios, le pidió a Jesús: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta". Jesús, a su vez, respondió: "¿Tanto tiempo ha que estoy con vosotros y no me habéis conocido? El que me ha visto a mí ha visto al Padre". Estas palabras profundas fueron pronunciadas durante su discurso de despedida, al finalizar la cena pascual. Fue un período crítico marcado por sucesos santos que reafirmarían la verdad esencial de que "Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, y estando nosotros muertos por nuestros delitos, nos dio vida por Cristo".

Bajo la influencia de las enseñanzas del Concilio Vaticano II y en respuesta a las necesidades específicas de nuestra época, dediqué la Encíclica Redemptor Hominis a la verdad sobre el ser humano tal como es revelada en Cristo, en toda su profundidad y plenitud. En estos tiempos desafiantes y difíciles, me siento movido a volver a encontrar en Cristo mismo el rostro del Padre, que es "misericordioso y Dios de todo consuelo". En la Constitución Gaudium et Spes, encontramos escrito: "Cristo, el nuevo Adán..., manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación": y lo hace "en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor". Estas palabras indican que la plena dignidad del ser humano solo puede ser apreciada en su relación con Dios. Es decir, el descubrimiento de la vocación suprema del hombre se produce en Cristo a través de la revelación del misterio del amor del Padre.

Por tanto, es apropiado que ahora dirijamos nuestra atención hacia este misterio profundo. Las experiencias de la Iglesia y del hombre contemporáneo lo sugieren, así como las súplicas de tantos corazones humanos con sus sufrimientos, esperanzas, miedos y anticipaciones. Si consideramos cierto que cada ser humano es, en cierta medida, el camino de la Iglesia —como afirmé en la encíclica Redemptor Hominis—, al mismo tiempo, el Evangelio y toda la Tradición nos indican que debemos seguir este camino con cada persona, tal como Cristo nos lo mostró, revelando en sí mismo al Padre y su amor. En Cristo Jesús, cualquier ruta hacia el hombre, confiada a la Iglesia en el cambiante curso del tiempo, es al mismo tiempo una caminata hacia el encuentro con el Padre y su amor. El Concilio Vaticano II ha reafirmado esta verdad acorde con las necesidades de nuestra época.

La medida en que la misión de la Iglesia se enfoca en el hombre es directamente proporcional a cuánto debe confirmarse y realizarse de manera teocéntrica, es decir, orientada hacia el Padre a través de Cristo Jesús. Aunque las diversas corrientes de pensamiento humano, tanto pasadas como presentes, han tendido a dividir e incluso contraponer el teocentrismo y el antropocentrismo, la Iglesia, siguiendo a Cristo, busca unirlos de una manera profunda y orgánica en la historia de la humanidad. Este es uno de los principios fundamentales, y posiblemente el más importante, del Magisterio del último Concilio. Si, en la actual etapa de la historia de la Iglesia, nos proponemos llevar a cabo la doctrina del gran Concilio, debemos, por lo tanto, retornar a este principio con fe, con la mente abierta y con el corazón.

Ya en mi encíclica mencionada, traté de destacar que la profundización y enriquecimiento de la conciencia de la Iglesia, fruto del Concilio, deberían abrir aún más nuestra comprensión y nuestro corazón a Cristo mismo. Hoy quiero añadir que la apertura a Cristo, quien como Redentor del mundo "revela plenamente al hombre a sí mismo", solo puede llevarse a cabo a través de una referencia cada vez más madura al Padre y a su amor. Es decir, cuanto más nos volvemos hacia Cristo, más nos volvemos hacia el Padre y su amor misericordioso. De esta forma, nos vemos impulsados a avanzar en nuestra comprensión de la humanidad y de Dios, para de esa manera cumplir con nuestra misión en el mundo.

TEXTOS BÍBLICOS:

1. Efesios 2:4: "Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó..." Este versículo nos habla del amor y la misericordia infinitos de Dios hacia nosotros. Aunque los versículos anteriores en Efesios 2 describen la condición pecaminosa del hombre, este versículo revela la naturaleza de Dios que, a pesar de nuestros fallos y pecados, nos ama profundamente. La riqueza de su misericordia no se mide en términos materiales, sino en su capacidad para perdonar y amar incluso a los más indignos.

2. Juan 1:18 "A Dios nadie le ha visto jamás; el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien le ha dado a conocer". Hebreos 1:1 "Dios, que muchas veces y de muchas maneras habló a nuestros padres en los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo". Estos versículos enfatizan el papel único de Jesucristo como la revelación completa de Dios. Aunque Dios ha hablado a la humanidad a través de los profetas y de otras formas, Jesucristo es la máxima expresión de Dios. Nadie ha visto a Dios excepto Jesús, y es a través de Jesús que podemos conocer verdaderamente a Dios.

3. Juan 14:8-9: "Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre". Este pasaje muestra cómo Jesús revela al Padre. Felipe pide a Jesús que les muestre al Padre, pero Jesús responde que quien lo ve a Él, ve al Padre. Jesús está afirmando su divinidad y la unidad que tiene con Dios Padre.

4. Efesios 2:4-5: "Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en delitos, nos dio vida juntamente con Cristo". Este versículo vuelve a resaltar la profunda misericordia y amor de Dios. A pesar de que la humanidad estaba muerta en delitos, es decir, separada de Dios por el pecado, Dios en su gran amor nos dio vida a través de Cristo. Esto subraya el tema de la salvación y la gracia divina.

5. 2 Corintios 1:3: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de misericordias y Dios de toda consolación". En este versículo, Pablo bendice a Dios, reconociéndolo como la fuente de misericordia y consuelo. Esto resalta el carácter consolador de Dios y su capacidad para proporcionar alivio y confort en tiempos de dificultad.

En conclusión, estos versículos bíblicos nos ofrecen una visión profunda del amor y la misericordia de Dios, manifestados en Jesucristo. Nos muestran que Dios, a pesar de nuestros fallos y pecados, nos ama profundamente y nos ha dado vida a través de Cristo. También subrayan la unicidad de Jesucristo como la revelación completa de Dios y su capacidad para revelar el carácter y la naturaleza divina. En última instancia, estos versículos nos invitan a acercarnos a Dios con fe y confianza, sabiendo que es rico en misericordia y es una fuente de consuelo.