El filósofo Ortega y Gasset dijo que no sabía quién había dicho que de la discusión nace la luz, cuando de la discusión sólo nace confusión. La Iglesia como institución no está para discutir. El Papa insiste en acoger no en discutir. La Iglesia está para enseñar, el que piense distinto de lo que enseña la Iglesia ¿Qué hace en ella? En realidad nunca ha estado en ella. Por eso enseñó San Pablo en 2 Timoteo 2, 14: No os metais en discusiones de palabras.

Sin arrepentimiento no hay salvación.
San Pablo enseña claramente que se condenan eternamente los homosexuales y los afeminados (que incluye a todas las seudo identidades gay, es decir a todos aquellos que se identifican a sí mismos como homosexuales, lesbianas, a los travestis llamados transexuales, binarios, bisexuales, etc.) Los que no se arrepienten y abandonan estos pecados no se salvan sino que se condenan eternamente.

Bergoglio y sus cómplices como James Martin y McElroy están maliciosamente confirmando a los homosexuales en el vicio contra natura, impidiéndoles salir del pecado: para que cometan el grave pecado de la impenitencia final (la negativa a arrepentirse y dejar el pecado) y la obstinación en el mal. (La reiteración del propósito de seguir pecando).
Y así es como Bergoglio y su secta satánica se llevan al Infierno a estos miserables que lo apoyan en su rebelión contra las Leyes de Dios. En lugar de procurar el arrepentimiento de los homosexuales, Bergoglio desafiando las Leyes de Dios confirma a estos miserables en su rebelión contra Dios, afirmándolos en una pseudo-identidad gay contraria a la Ley Natural Divina para que cometan el pecado de la impenitencia final y así se condenen eternamente. En vez de abandonar el Pecado, Bergoglio con su antidoctrina diabólica sigue incitándolos a seguir pecando y cometiendo el pecado de apostasía y blasfemia contra el Espíritu Santo.