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La Barbarie troglodita. Por José Arturo Quarracino.

El NUEVO ORDEN MUNDIAL y la Barbarie troglodita

Nunca antes la humanidad experimentó un desarrollo material -económico, científico y tecnológico- como el alcanzado en las últimas décadas, pero en un contexto cultural y espiritual que se asemeja a la barbarie de la era troglodita, con un genocidio que jamás conoció la historia, el de los niños por nacer. Un mundo que produce bienes y servicios por billones de dólares, sobre la base de 73 millones de asesinados inocentes e indefensos.

Existen numerosos testimonios históricos que confirman el sacrificio de niños que practicaron las grandes civilizaciones de la Antigüedad y en la Edad Media en Medio Oriente, en Fenicia y Cartago, en la Arabia preislámica, en África (hasta en la época moderna). En general, la finalidad de dicha práctica era complacer o apaciguar a alguna deidad o deidades, o bien a seres sobrenaturales, para conseguir un resultado deseado. Con el mencionado sacrificio, los ejecutores mostraban su devoción a ese poder divino idolatrado. Una práctica bárbara, aunque sagrada.

Lo mismo aconteció en nuestras tierras de América, antes de la llegada de España al continente. Tanto los aztecas, los incas y los mayas practicaron el mismo rito sacrificial infantil, para obtener auxilios, beneficios o protecciones de los dioses y divinidades que veneraban. Rituales y sacrificios bárbaros, si bien eran ofrecidos a poderes superiores al ser humano, muchas veces para que esos poderes favorecieran a las comunidades que los idolatraban.

El Nuevo Orden Mundial. Pero desde mediados de la década de 1960 en adelante, los “amos del universo” -el poder financiero especulativo internacionalista- ha impulsado sobre la comunidad de las naciones del mundo la implementación de un poder superior supranacional, para convertir a los Estados hasta entonces independientes en miembros subordinados de un gobierno supranacional de facto que ha diluido y debilitado las soberanías nacionales.

No ha efectuado esta maniobra creando nuevas instituciones, sino transformando las internacionales ya creadas -Organización de Naciones Unidas, Organización Mundial de la Salud y similares, por ejemplo- en organismos supranacionales de facto, que imponen a los Estados miembros resoluciones, pautas, tratados que vulneran las soberanías estatales.

En este contexto, el poder financiero globalista depredador ha impulsado la brutal concentración de la riqueza, en una forma que jamás conoció la historia de la humanidad, en el que una ínfima minoría de los adultos del mundo -1,2%, 62,5 millones- concentran en sus manos el 47,8% de la riqueza global (221,7 billones de dólares), mientras que 2.818 millones de adultos (53,2%) concentran en sus manos el 1,1% (5 billones de dólares) de la riqueza global[1].

En forma paralela y fundamentalmente necesaria para este plan, se ha impulsado e implementado el sacrificio infantil, pero prenatal, que en un siglo (1920-2020) ha eliminado alrededor de 1.000.000 (mil millones) de niños antes de que nazcan, pero no para complacer o pedir favores a alguna divinidad, sino para “gozar en paz” del robo y despojo que ha llevado a cabo contra los pueblos y naciones del mundo.

Porque en palabras de John Davison Rockefeller III, escritas en 1966, el crecimiento poblacional no planificado iba a poner en peligro la paz mundial, es decir, la llegada al mundo incontrolada de nuevas personas al mundo iba a conspirar y perjudicar el incipiente proceso de concentración de la riqueza impulsado por la oligarquía financiera internacional representada por la familia Rockefeller, operadora política por excelencia de esa élite plutocrática depredadora[2].

En este sentido, para que esa paz mundial no se viera perjudicada ni estuviera en peligro era fundamental imponer el “principio ético” [falso y falaz] que “sólo deben ser traídos al mundo los hijos deseados”, porque la mayoría de ellos no iban a tener acceso a la riqueza, iban a vivir en un mundo exuberante de miseria y pobreza.

De este modo se inventó el derecho inexistente y absolutamente novedoso “matar al hijo antes de que nazca”, el derecho al aborto, impulsado y promocionado por las organizaciones internacionales y las fundaciones y organizaciones “privadas”, que colaboraron para que en la mayoría de los países del mundo se aprobara y legalizara a través de los parlamentos la pena de muerte prenatal, que en el transcurso de los años ha resultado ser un verdadero holocausto demográfico, en el que se eliminan en forma sistemático, sin prisa pero sin pausa, un promedio anual de 73 millones de niños en el mundo, es decir, 200.000 niños por día, lo que equivale a un promedio de 8.333 niños por día, o sea, 139 niños por minuto[3].

Una práctica bárbara, pero para nada sagrada, como en la antigüedad, sino brutal y despiadada, para que los depredadores del mundo estén tranquilos y conformes. Lo cual demuestra que estamos viviendo en un mundo infernal. Un mundo que sacrifica a millones de seres humanos, pero no para rendir culto a ningún dios ni divinidad, sino para que los plutócratas oligarcas globalistas puedan gozar de sus riquezas en paz.

Evidentemente, el Nuevo Orden Mundial y sus proyectos delirantes constituye en última instancia un retorno a la prehistoria humana, a un mundo caótico troglodita e inhumano.

José Arturo Quarracino
11 de febrero de 2023

[1] Research Institute, Global Wealth Report 2022, p. 27 [Edición 2022 del Informe de la Riqueza Global elaborado por el Credit Suisse].
[2] Declaración sobre Población (1966)
[3] Cfr. El Aborto es el derecho de las Bestias trogloditas. Por <span style="f…
solodoctrina
Voy a lo esencial Quarracino: su condena al abominable crimen del aborto, que comparto. Pero no creo que aborto sea necesario a ningún plan económico, en realidad es un ataque a la economía y principalmente a la paz en el mundo parafraseando a la Santa Teresa de Culcuta. El aborto hunde sus raíces en lo meta económico: la cultura de la muerte, descrita y condenada en voz alta por Juan Pablo Magno …Más
Voy a lo esencial Quarracino: su condena al abominable crimen del aborto, que comparto. Pero no creo que aborto sea necesario a ningún plan económico, en realidad es un ataque a la economía y principalmente a la paz en el mundo parafraseando a la Santa Teresa de Culcuta. El aborto hunde sus raíces en lo meta económico: la cultura de la muerte, descrita y condenada en voz alta por Juan Pablo Magno en la actualidad pero antes bien encuadrada en la maravillosa Didajé. Saludos en Jesucristo.
Marcelo Fernando de Argentina
Muy buen articulo