Neo cardenal confía su púrpura a Pablo VI
Pablo VI concluyó el Vaticano II y llevó a la Iglesia al desastre más grande de su historia. Para Semeraro, “Pablo VI es el santo de mi vida sacerdotal, pero es también el santo de quien aprendí a amar, cómo se da la vida por la Iglesia”. Por dieciséis años he sido obispo de Albano, una diócesis que lleva los signos de la presencia del papa Montini, que entre otras cosas, falleció justamente en Castel Gandolfo el 6 de agosto de 1978. Todas las provincias y los centros de esta diócesis hablan de su presencia y para mí es un gran estímulo para hacer el bien”.
Semeraro quería “crear un diálogo en silencio en las grutas vaticanas” con el fallecido Papa, “cuando supe que no había nadie pedí poder descender a rezar en la cripta”. Pero al final, “más que hablarle mientras me arrodillé frente a su tumba preferí recitar el Magnificat, tratando de recitarlo como él habría sido capaz de recitarlo”.
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