Hermoso, hermoso, hermoso. Definitivamente hermoso.
Amo a Dios en todas sus pequeñas y grandes criaturas. Son tan tiernas, tan perfectas y otras veces tan imponentes que solo queda la opción de maravillarse y extasiarse en la obra de nuestro Dios.
También amo a Dios en los seres humanos porque Dios está en cada uno de ellos.