El hombre moderno está dormido, más aun, está endrogado por el mundo. Ha perdido respeto a Dios y se ha llenado de pasiones bajas. Por eso, mientras no le toquen en carne propia, no aprende de los alarmantes sucesos por los que corre la humanidad. Esto no puede ocurrirle al cristiano que ha sido llamado por Cristo a dar su vida por el establecimiento del reinado de los corazones de Jesús y María en todos los corazones.
No se mueve una hoja sin que Dios lo disponga. Al mismo tiempo es verdad que algunos eventos manifiestan de manera especial su mano poderosa guiando la historia.