Francisco: ¿Otra Apologia Pro Pontificatu Suo?
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La homilía presentó una clara línea de pensamiento, una rareza loable entre las homilías de los obispos.
Francisco observa que la Iglesia comenzó a rezar cuando Herodes arrestó a Pedro: “Nadie abusó de Herodes, y estamos tan acostumbrados a abusar de los que están a cargo”.
De esto él concluye que “no tiene sentido” que los cristianos se “quejen”. En un giro no justificado por el contexto, salta de Herodes a Pedro: “Había razones para criticar a Pedro, pero nadie lo criticó”.
Él explica: “Si Pedro hubiese sido más cuidadoso, no estaríamos en esta situación”.
La homilía de Francisco se convierte en una apología de su pontificado: “Ellos no hablaron de Pedro a sus espaldas; ellos hablaron a Dios”.
En consecuencia, Francisco quiere “proteger nuestra unidad” con la oración: “¡Recemos por los que gobiernan!” – dando la impresión de que los fieles deberían básicamente callarse (“rezar”) frente a los abusos que provienen de Roma.
Después, Francisco habla sobre la “profecía” que, según él, nace “allí donde nos dejamos desafiar por Dios”. Esta definición es errónea: la profecía nace cuando un profeta recibe una palabra de Dios y la proclama.
Francisco recurre a sus mantras cuando dice que la profecía “no” consiste en “mantener todo en silencio y bajo control”, sino que acontece “cuando el Evangelio anula las certidumbres”, cuando “alguien está abierto a las sorpresas de Dios”. Francisco está confundido: el Evangelio anula las incertidumbres.
Si Francisco cree en su homilía, ¿por qué entonces es un fanático del control que elimina sin piedad al que desafía sus “certidumbres”?
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