Arzobispo Carlo M. Viganò sobre el tercer secreto de Fátima: ¡fue encubierto!

Arzobispo Carlo M. Viganò sobre el tercer secreto de Fátima: ¡fue encubierto!

22 de Abril de 2020

Desde el sitio web de “Corrispondenza Romana”, publicamos la parte relativa a la entrevista con el Monseñor Carlo Maria Viganò, donde habla acerca el Tercer Secreto de Fátima ...

ENTREVISTA CON EL ARZOBISPO CARLO MARIA VIGANÒ

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Su Excelencia, muchas gracias por concedernos esta entrevista. Estamos luchando contra la epidemia del COVID-19 que, en los últimos meses, afectó la vida de millones de personas e incluso causó la muerte de muchos de ellos. A la luz de esta situación, la Iglesia, a través de las Conferencias Episcopales, decidió cerrar prácticamente todas las iglesias y privar a los fieles del acceso a los Sacramentos. El 27 de marzo, frente a una plaza vacía de San Pedro, Francisco, actuando de manera manifiestamente mediática, presidió una hipotética oración por la humanidad. Hubo muchas reacciones respecto a la manera en que Francisco dirigió ese momento, una de las cuales lo de intentar asociar la presencia solitaria de Francisco con el Mensaje de Fátima, es decir, el Tercer Secreto. ¿Usted está de acuerdo?

Antes de todo, me permita decirle que estoy feliz de hacer esta entrevista para los fieles de Portugal, que la Santísima Virgen prometió preservar en la Fe, incluso en estos tiempos de gran prueba. Ustedes son un pueblo con una gran responsabilidad, porque pronto pueden verse obligados a proteger el fuego sagrado de la Religión, mientras que las demás Naciones negarán reconocer a Cristo como su Rey y a la Santísima María como su Reina.

La tercera parte del mensaje que Nuestra Señora confió a los pastorcitos de Fátima, para que lo entregasen al Santo Padre, permanece en secreto hasta el día de hoy. Nuestra Señora pidió que se revelase en el año 1960, pero Juan XXIII hizo publicar un comunicado de prensa publicado el 8 de febrero de ese año, el cual decía que “aunque la Iglesia reconozca las apariciones de Fátima, no desea tomar el compromiso de garantizar la veracidad de las palabras que los tres pastorcitos dijeron que Nuestra Señora les había dirigido”. Con este distanciamiento del mensaje de la Reina del Cielo, comenzó una operación de encubrimiento, evidentemente porque el contenido del mensaje habría revelado la terrible conspiración contra la Iglesia de Cristo por parte de sus enemigos. Hasta hace unas décadas, habría parecido increíble que la Virgen pudiera haber sido amordazada, pero en los últimos años también hemos sido testigos de intentos de censurar el Evangelio, que es la Palabra de Su Divino Hijo.

En el año 2000, durante el pontificado de Juan Pablo II, el Secretario de Estado, el cardenal Sodano, presentó como Tercer Secreto una versión suya, que por algunos elementos ya pareció claramente incompleta. No debe sorprender que el Secretario de Estado, el cardenal Bertone, trató de desviar la atención a un evento del pasado, para dejar que el pueblo de Dios creyese que las palabras de la Virgen no tenían nada que ver con la crisis de la Iglesia y con la unión entre modernistas y masonería, contraída entre bastidores del Vaticano II. Antonio Socci, quien investigó cuidadosamente el Tercer Secreto, ha desenmascarado este comportamiento malicioso del cardenal Bertone. Por otro lado, fue el propio Bertone quien desacreditó y censuró fuertemente a la Virgen de las Lágrimas de Civitavecchia, cuyo mensaje coincide perfectamente con lo que la Virgen dijo en Fátima.

No olvidemos el llamado desatendido de Nuestra Señora al Papa y a todos los Obispos para la consagración de Rusia a Su Inmaculado Corazón, como condición para derrotar el comunismo y el materialismo ateo: consagrar no “el mundo”, no “la nación que quieres Te consagramos”, sino “Rusia”. ¿Fue tan difícil hacerlo? Obviamente sí, para aquellos que no tienen una mirada sobrenatural. Se prefirió seguir el camino de la distensión con el régimen soviético, un camino que fue inaugurado por Roncalli, sin comprender que sin Dios ninguna paz es posible. Hoy, con un presidente de la Confederación rusa que es ciertamente cristiano, esa solicitud de la Virgen podría ser concedida, evitando más desastres para la Iglesia y para el mundo.

El mismo Papa Benedicto XVI confirmó la actualidad del mensaje de la Virgen, a pesar de que, según la interpretación del Vaticano, debería considerarse cumplido. Quienes leyeron el Tercer Secreto dijeron claramente que su contenido se refiere a la apostasía de la Iglesia, que comenzó a principios de la década de 1960 y ahora ha alcanzado una etapa tan evidente que incluso los observadores laicos lo reconocen. Esta insistencia casi obsesiva en temas que la Iglesia siempre ha condenado, como el relativismo religioso y el indiferentismo, un falso ecumenismo, la ecología maltusiana, la homoeresia y el inmigracionismo, encontró en la Declaración de Abu Dhabi el cumplimiento de un plan concebido por sectas secretas durante más de dos siglos.

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[La última pregunta que nos concierne es la siguiente, con la respuesta]

Su Excelencia, los católicos de hoy a menudo nos sentimos aislados de la Iglesia y casi abandonados por nuestros pastores. ¿Qué puede decir Su Excelencia a las jerarquías y a los fieles que, a pesar de la confusión y el error que se están extendiendo en la Iglesia, están tratando de perseverar en esta dura batalla para mantener la integridad de nuestra Fe?

Mis palabras ciertamente serían inadecuadas. Lo que me limito a hacer es repetir las palabras de Nuestro Señor: “Yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación de los siglos” (Mt 28,20). Por supuesto nos sentimos aislados, pero: ¿los Apóstoles y todos los Cristianos no se sentían así? ¿no se sintió abandonado incluso Nuestro Señor en Getsemaní? Estos son los tiempos de la prueba, tal vez de la prueba final: debemos beber el cáliz amargo, y aunque es humano implorar al Señor que lo quite de nosotros, debemos repetir con confianza: “Sin embargo, no se haga como yo quiero, sino como quieres tú” (Mt 26,39), recordando sus palabras de consuelo: “En el mundo habéis de tener tribulación; pero confiad, Yo he vencido al mundo” (Jn 16,33). Después de la prueba, por cuanto dura y dolorosa que sea, el premio eterno ya está listo para nosotros, y que nadie nos puede quitar. La Iglesia volverá a brillar con la gloria de su Señor después de este terrible y prolongado Triduo Pascual. Pero si la oración es ciertamente indispensable, no debemos eximirnos de combatir la buena batalla, haciéndonos testigos de una valiente militancia bajo la bandera de la Cruz de Cristo. Evitemos de encontrarnos señalados, así como lo hizo la sierva con San Pedro en el patio del sumo sacerdote: “Tú también estabas con el Nazareno, con Jesús” (Mc 14,67), para después negar a Cristo. ¡No nos dejemos intimidar! ¡No permitamos que pongan la mordaza de la tolerancia a aquellos que quieren proclamar la Verdad! Le pedimos a la Santísima Virgen que nuestra lengua pueda proclamar valientemente el Reino de Dios y su Justicia. Que se renueve el milagro cuando María Santísima le dio la palabra a la pequeña Joana, que nació muda. Que Ella nos dé también a nosotros sus hijos la voz, que por demasiado tiempo nos hemos quedado mudos.

Nuestra Señora de Fátima, Reina de las Victorias, Ora pro nobis.

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