Manteniéndose a salvo espiritualmente en Un Mundo Feliz
Al final de una reciente conversación telefónica con un sacerdote amigo, él me dijo, “Muchas personas dicen, ‘mantente a salvo’, pero yo te diría, ‘mantente orante.’”
En el curso de los últimos meses, la gente alrededor del mundo ha estado enfocada en “mantenerse a salvo” (por ejemplo, a salvo de contraer el coronavirus). Aunque nadie quiere enfermarse y es prudente tomar buen cuidado de la salud de uno, mantenerse saludable no puede ser la meta principal de nuestras vidas. Como católicos sabemos que tenemos una meta mucho más alta – la vida eterna con Dios en el paraíso. Nuestras vidas también tienen un propósito más grande. “Porque Dios nos ha puesto en el mundo para conocerle, servirle y amarle, y así ir al cielo.”(Catecismo, 1721).
En vez de preocuparnos continuamente acerca de la seguridad de nuestros cuerpos, tenemos que estar aún más preocupados acerca de la seguridad de nuestras almas. Podemos mantenernos seguros espiritualmente con la oración diaria, viviendo virtuosamente, yendo a misa seguido, recibiendo los sacramentos de la penitencia y la eucaristía frecuentemente, haciendo las obras de misericordia espirituales y corporales (tales como rezar por las personas y donar comida a un banco de alimentos), y evitando las ocasiones próximas de pecado (lugares, cosas, o gente que puedan llevarnos a pecar).
También tenemos la responsabilidad de protegernos a nosotros mismos, evitando cosas tales como programas de televisión y sitios electrónicos que promueven ideas contrarias a la cristiandad. En lugar de esto, podemos leer la biblia, buenos libros católicos, y leer, escuchar y ver medios de comunicación católicos. Además necesitamos ser parte de una comunidad con otros católicos. En un esfuerzo para estar a salvo físicamente, no debemos aislarnos nosotros mismos de los demás. Es importante pasar tiempo con amigos católicos que puedan apoyarnos para vivir nuestra fe. Podemos intentar mantener nuestras familias y amigos a salvo espiritualmente orando por ellos cada día, y advirtiéndoles de los peligros espirituales, justo como les advertiríamos de los peligros físicos.
No estoy descontando el peligro de las enfermedades graves – de ninguna causa – o la necesidad de usar los medios apropiados para prevenirlas. Pero luego, debemos confiar en que Dios nos cuide, continuar con nuestra misión de servirle, y hacer esa nuestra prioridad. La cultura secular puede distraer a la gente de entender su verdadero llamado. Esta enfatiza la salud, la felicidad, la política, la riqueza y el materialismo, los cuales pueden influenciar a las personas, incluyendo a los católicos, para que pierdan el camino.
La gente esta haciendo muchos sacrificios para evitar coger el coronavirus. Necesitamos hacer los mismos sacrificios o unos más grandes por nuestra salud espiritual, tales como pasar mas tiempo en oración y ayunar de comida o medios de comunicación. Las personas necesitan estar preparadas espiritualmente, para que estén en un estado de gracia, libres de pecado mortal cuando se reúnan con Dios. Sería maravilloso si los católicos tuviesen el mismo celo para mantener a la gente espiritualmente a salvo, que el que tienen muchas otras personas para mantener a la gente físicamente a salvo.
En vez de vivir con miedo, las personas pueden fortalecerse recordando que siempre permanecemos cerca de Jesús. Como San Pablo escribió, “Porque ninguno de nosotros vive para sí, ni nadie muere para sí; que si vivimos, vivimos para el Señor; y si morimos, morimos para el Señor. Luego, sea que vivamos, sea que muramos, del Señor somos.” (Romanos 14:7-8).
Fuente: catholicexchange
