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Efraín
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"Como el hombre solo abandona su cuerpo", Revelaciones de Santa Matilde de Hackeborn. Creer en nuestro Señor Jesús, pedirle perdón de corazón por nuestros pecados y encomendar nuestro espíritu a Él …Más
"Como el hombre solo abandona su cuerpo", Revelaciones de Santa Matilde de Hackeborn.

Creer en nuestro Señor Jesús, pedirle perdón de corazón por nuestros pecados y encomendar nuestro espíritu a Él en la hora de nuestra muerte basta para que Él considere nuestra alma como de su propiedad y defienda nuestra salvación como a su propia gloria. Creer en Jesucristo salva, por su preciosísima sangre derramada nos libra de la horrible miseria del infierno. Pero, no solo basta creer en nuestro Señor Jesucristo para merecer el cielo inmediatamente, después de la muerte, si no buscamos la purificación de nuestras almas con la sangre de Cristo, frecuentando los sacramentos y haciendo penitencia en vida.

Porque el hombre justo en vida se preocupó de agradar a Dios y hacer su santa voluntad, de oír misa frecuentemente, de frecuentar los sacramentos, de hacer penitencia por sus pecados, de tener caridad con los pobres pecadores y con las almas de los difuntos, por todo ésto es liberado de todo pecado y de su culpa.

El hombre justo logra el cielo inmediatamente después de su muerte, si está bastante liberado de todo pecado es conducido al cielo en el preciso momento posterior al fin de su existencia terrena. En el momento en que expira Dios se funde con el alma, Dios goza con el alma encantándola y regocijándola con las delicias más encantadoras; el alma con Dios conoce todo lo que desea saber, contempla a Dios y a todos los santos y goza inmensamente. Su alma bienaventurada será conducida al cielo y en el juicio particular nuestro Señor Jesucristo le dirá con dulces palabras lo siguiente: "Venid bendito de mi Padre, a gozar de las delicias que mi Padre celestial tiene preparadas para todo aquél que lo ama, entrad al gozo de Dios en su reino santo". Pero, ésto es para los justos que se han esforzado toda su vida por ganar el reino de los cielos...

En estos últimos tiempos en que impera el pecado y el desorden por todo el mundo, pocos, muy pocos o casi nadie logra ir al cielo inmediatamente. Son tantas las tentaciones de Satanás que inclusive los que se apartan del mundo son afectados por éstas y algunos sucumben. La inmensa mayoría de creyentes en Cristo que tienen el cuidado de prepararse para la hora de la muerte fallecen y sus almas son conducidas al lugar de purificación, no saldrán de ahí hasta que sus almas estén libres de toda mancha del pecado... los ángeles de Dios alivian y confortan a esas almas con los sufragios que muy pocos creyentes realizan.

Los hombres que tienen la desgracia de morir en pecado mortal o grave mueren en el mal, carecen de Dios en sus almas, de los dulces consuelos que aún en vida recibían de Dios; sus almas están separadas de Dios, sus almas están sin Dios y éste es el mayor tormento del infierno.