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REZANDO JUNTOS, Lunes 27ª TO. San Lucas 10, 25-37 Ciclo C. Lunes 27ª semana TO. Ciclo C Comenzamos esta semana, con la alegría de poner nuestra jornada en las manos de Dios, por eso hoy lunes de la …Más
REZANDO JUNTOS, Lunes 27ª TO. San Lucas 10, 25-37 Ciclo C.

Lunes 27ª semana TO. Ciclo C
Comenzamos esta semana, con la alegría de poner nuestra jornada en las manos de Dios, por eso hoy lunes de la 27ª semana del TO. les decimos a Dios.
Señor, toma mi vida, para llevarla a su felicidad plena; mi entendimiento, para conocer la plenitud de la Verdad; todas mis fuerzas, para seguir adelante en medio de las dificultades; mis miedos, para que en ellos se demuestre tu poder; mis preocupaciones, para sentir en tì, consuelo y paz, en definitiva todo oriéntalo hacia Ti. Quiero venir a Ti, ponerme en tus manos, abandonarme en tu misericordia. Y tengo este momentito de oración para haerlo.
Tu Palabra sale al paso de mi vida, me quieres enseñar còmo se vive el verdadero amor, por eso me ofreces la lectura del evangelio de San Lucas 10. 25-37.
Comenzamos este Evangelio, con esta pregunta esencial y sumamente existencial, que hace el doctor de la Ley, que la formula para probarte. ¿Maestro què debo hacer para conseguir la Vida Eterna?. Hoy nos toca a cada uno hacerte esta pregunta; Señor, què debo hacer, para estar contigo eternamente en el cielo. Hoy quiero compartir contigo, que mi aspiración, mi gran esperanza es llegar a la Vida Eterna, para gozar eternamente de tì.
La respuesta que nos das como se la diste al doctor de la ley, no requiere mucho rodeo, “Ama a Dios con todo tu Corazòn, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu próximo como a tì mismo”. Si hacemos esto viviremos.
El doctor de la Ley para justificarse, te pregunta: “¿Y quién es mi prójimo?”. Pero para que quede bien claro, lo invitas a reflexionar sobre la parábola del buen samaritano. Tù le dijiste: “Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales le robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote y un levita, y pasaron de largo, son personas insensibles, indiferentes que no sienten el dolor ajeno, cuántas veces, Señor me he encontrado con un hermano herido, solo, abandonado y he pasado de largo, te pido perdón Señor, porque lo he hecho muchas veces y no he hecho nada; sin embargo pasa un samaritano y al verlo, se compadece de èl, unge sus heridas con aceite, lo venda, lo pone en la cabalgadura y lo lleva a la posada y cuida de èl. Aquí, en este samaritano està la verdadera persona que quiere salvar su alma, el que tuvo compasión, demostró amor y ayudò a su próximo en una necesidad.
Cuàntas personas necesitadas aparecen en mi camino y he pasado de largo.
Al mismo tiempo tengo que decir que ese necesitado soy yo, ese herido soy yo, ese medio muerto soy yo, y Tù eres el Buen Samaritano, que no pasa de largo, miras mi necesidad, herido y te paras delante de mì, unges mis heridas con el aceite del perdón, y el vino de la Misericordia; con amor y compasión me vendas, como lavaste los pies de tus discípulos, en la última Cena, me levantas y curas, me llevas a la posada para cuidarme, esta posada es mi Iglesia y en los sacramentos me restauras, sanas y limpias.
Me haces socio de esta posada y hospital, con el Bautismo; me perdonas los pecados en la confesiòn; me alimentas en la Eucaristìa, y me sanas en la unciòn de los enfermos.
Asì es el verdadero amor, Amor por el cual el dìa de mañana me pediràs cuentas, Tùs quieres encontrarme con las manos llenas de frutos, y el verdadero fruto de mis obras es el amor.
Hoy mi propósito serà esforzarme por vivir para los demás y todo cuanto realice, lo agradable o desagradable, lo ofreceré por aquellas personas que necesitan de mis sacrificios. No pasarè de largo en esta semana, sin atender la necesidad, de aquel anciano, que dìa a dìa se pone en el semáforo de la esquina, por donde paso, o llevarè una ropa que no usan mis hijos a ùn niño que limpia vidrios o darè una estampita a un joven que vea con cara de tristeza y le dirè que Dios te ama.
Mis queridos niños, Jesùs nos invita a amarle con todo nuestro corazón, mente y fuerzas, y a nuestro próximo como a nosotros, mismos, lleven siempre una sonrisa, un buenos días en sus labios, un gracias cuando les hagan un favor para que sean reflejo de ese buen samaritano que se preocupa de los demás.
P. Dennis Doren, LC