El anciano sacerdote Lino Viola celebró un funeral en 300 metros cuadrados de una iglesia en Soncino (Italia), con trece personas que asistían con guantes y mascarillas.
Solamente se permitieron siete personas, incluyendo el cantor, los monaguillos y un camarógrafo, pero Viola no hizo salir a los otros seis miembros de la familia.
En consecuencia, durante la Misa, funcionarios de policía caminaron gritando: “El servicio está suspendido”. Ellos multaron al padre Viola con 270 euros por no cumplir con el régimen del coronavirus. Viola no interrumpió la Misa.
Entonces un policía trató de entregarle en mano un teléfono celular con el alcalde al otro lado de la línea. El padre Viola replicó: “No le contesto al alcalde, estoy celebrando Misa”. Él incitó al policía a no interrumpir la Misa. Finalmente la policía se fue.
Viola dijo el 20 de abril en el sitio web LaNuovaBq.it que en 80 años de vida y en 55 años como sacerdote nunca vio tal profanación.
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