El papa Francisco habló el 12 de setiembre en el Vaticano a obispos recientemente consagrados.
Les repitió sus habituales palabras pegadizas como “ternura”, “cercanía con el pueblo”, “auto-referencialidad”, “ensuciarse las manos”, cercanía con “los pobres” o disposición a “llorar”.
Independientemente de la “ternura”, Francisco mismo es conocido por su administración brutal. Él resulta poco útil para los simples católicos que todavía creen en Dios, pero quiere agradar a los poderosos periodistas-oligarcas.
Luego invitó a los obispos a que sean hombres que saben cómo escuchar cosas que pueden no gustarles y les exhortó a no rodearse con “sumisos”.
Esto también está en abierto contraste con el comportamiento personal de Francisco: se enoja rápidamente cuando lo contradicen y ha eliminado el Vaticano a todos los que no son cortesanos ni sumisos.
Francisco reservó la mejor broma para el final: dijo que “el sacerdote es el vecino más cercano al obispo” [y] “Abrácenlos y denle las gracias en …Más