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El Espíritu Santo fortalece el « hombre interior »: A. El misterio de la Resurrección y Pentecostés se transmite y se vive a través de la Iglesia, que heredó y continúa el testimonio de los Apóstoles …Más
El Espíritu Santo fortalece el « hombre interior »:

A. El misterio de la Resurrección y Pentecostés se transmite y se vive a través de la Iglesia, que heredó y continúa el testimonio de los Apóstoles sobre la resurrección de Jesucristo. La Iglesia es un constante recordatorio de la victoria sobre la muerte, revelada por la potencia del Espíritu Santo y que marcó su nuevo advenimiento, su renovada presencia entre los hombres y en el mundo (Rom 8, 11).

B. En la resurrección de Cristo, el Espíritu Santo Paráclito se mostró principalmente como el dador de vida. Con el nombre de la resurrección de Cristo, la Iglesia proclama una vida que se ha revelado más allá de la muerte, una vida que es más fuerte que la muerte. Simultáneamente, anuncia al dador de vida: el Espíritu vivificante (Rom 8, 10).

C. La Iglesia, unida al Espíritu, es más consciente que nadie de la realidad del hombre interior, de lo que es más profundo y esencial en el hombre, porque es espiritual e incorruptible. En este nivel, el Espíritu inyecta la "raíz de la inmortalidad", de la cual brota la nueva vida, la vida del hombre en Dios (Ef 3, 14-16).

D. Influenciado por el Espíritu Santo, este hombre interior, "espiritual", madura y se fortalece. Gracias a la comunicación divina, el espíritu humano que "conoce los secretos del hombre", se encuentra con el Espíritu que "sondea todo, hasta las profundidades de Dios" (1 Cor 2, 10 s).

E. Por este Espíritu, que es el don eterno, Dios uno y trino se abre al hombre, al espíritu humano. El sutil aliento del Espíritu divino permite que el espíritu humano se abra a su vez a la acción salvadora y santificadora de Dios (Rom 8, 9; 1 Cor 6, 19).

F. A través de la íntima relación con Dios por medio del Espíritu Santo, el hombre comprende de una nueva forma a sí mismo y a su propia humanidad. De esta manera, se cumple plenamente la imagen y semejanza de Dios que es el hombre desde el principio (Jn 14, 23; Sab 15, 3).

G. En este camino, "camino de madurez interior" que supone el pleno descubrimiento del sentido de la humanidad, Dios se acerca al hombre, penetra cada vez más profundamente en todo el mundo humano. Dios uno y trino, que en sí mismo "existe" como realidad trascendente de don interpersonal, transforma el mundo humano desde dentro, desde el interior de los corazones y de las conciencias (Ef 3, 14-16).

H. Bajo la influencia del Paráclito, cuando los hombres descubren esta dimensión divina de su ser y de su vida, ya sea como individuos o como comunidad, son capaces de liberarse de los varios determinismos derivados principalmente de las bases materialistas del pensamiento.

Texto Bíblico: Sab 15,3

F) La Iglesia, siguiendo los pasos de Cristo Redentor y en unión con el Espíritu Santo, se ha convertido en un testigo del hombre interior, de lo que hay de más profundo y esencial en el ser humano. Este testimonio se debe a su conexión con lo espiritual e incorruptible. En este nivel, el Espíritu Santo inyecta la "raíz de la inmortalidad", dando lugar a una nueva vida, una vida en Dios. Esta vida es el resultado de la comunicación salvadora de Dios a través del Espíritu Santo y puede desarrollarse y fortalecerse únicamente bajo su acción. Esto refuerza la oración del Apóstol por los creyentes, que dice: "Doblo mis rodillas ante el Padre ... para que os conceda que seáis fortalecidos por la acción de su Espíritu en el hombre interior".

Texto Bíblico: Ef 3, 14-16

G) Mediante la acción del Espíritu Santo, este "hombre interior" se fortalece y madura, convirtiéndose en un ser "espiritual". La comunicación divina permite que el espíritu humano, que "conoce los secretos del hombre", se encuentre con el Espíritu que "todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios". El Espíritu eterno de Dios se abre al hombre, y el soplo divino y oculto del Espíritu Santo permite que el espíritu humano se abra a la acción salvífica y santificadora de Dios. A través del don de la gracia que viene del Espíritu, el hombre entra en "una nueva vida", es introducido en la realidad sobrenatural de la misma vida divina y llega a ser "santuario del Espíritu Santo", "templo vivo de Dios".

Texto Bíblico: 1 Cor 2, 10 s; Rom 8, 9; 1 Cor 6, 19

H) Por el Espíritu Santo, el Padre y el Hijo vienen al hombre y hacen su morada en él. En la comunión de gracia con la Trinidad, el "área vital" del hombre se expande, elevada a un nivel sobrenatural por la vida divina. El hombre vive en Dios y de Dios: vive "según el Espíritu" y "desea lo espiritual". Esta relación íntima con Dios por medio del Espíritu Santo le permite al hombre entenderse a sí mismo y a su propia humanidad de una nueva manera, cumpliendo plenamente la imagen y semejanza de Dios que ha sido el hombre desde el principio.

Texto Bíblico: Jn 14, 23

I) Esta verdad profunda sobre el ser humano debe ser descubierta constantemente a la luz de Cristo, que es el prototipo de la relación con Dios. En él también debe descubrirse la razón de "la entrega sincera de sí mismo a los demás", como escribe el Concilio Vaticano II. Precisamente debido a esta semejanza divina, se demuestra que el hombre "es la única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma", en su dignidad de persona, pero abierto a su amor inconmensurable e inefable.

Texto Bíblico: Juán 3:16, Salmo 36:7-9, 1 Juán 4:9-10