IVAN577
3
El Espíritu Santo en el drama interno del hombre: la carne tiene apetencias contrarias al espíritu y el espíritu contrarias a la carne: A lo largo de la historia de la salvación, nos encontramos con …Más
El Espíritu Santo en el drama interno del hombre: la carne tiene apetencias contrarias al espíritu y el espíritu contrarias a la carne:

A lo largo de la historia de la salvación, nos encontramos con la triste realidad de que la cercanía y presencia de Dios en el hombre y en el mundo se enfrenta a resistencia y oposición en nuestra realidad humana. Esta resistencia se manifiesta en la diversidad radical del mundo en relación a Dios, debido a su invisibilidad y su naturaleza espiritual frente a la visibilidad y materialidad del mundo. También surge de nuestra imperfección inherente en comparación con la perfección divina. Sin embargo, esta oposición se convierte en un drama ético debido al pecado que se apodera del corazón humano, donde la carne y el espíritu luchan entre sí. El Espíritu Santo tiene la tarea de convencer al mundo en lo referente a este pecado.

El apóstol Pablo describe de manera elocuente la tensión y lucha que perturban el corazón humano. En su Carta a los Gálatas, afirma que si vivimos según el Espíritu, no satisfaremos los deseos de la carne, ya que estos dos elementos están en conflicto, impidiéndonos hacer lo que queremos. Esta lucha entre el espíritu y la carne es parte de la herencia del pecado y forma parte de nuestra experiencia cotidiana. Pablo enumera las obras de la carne, que incluyen pecados de naturaleza carnal, así como odios, discordias, celos, iras, rencillas, divisiones y envidias. A estas obras, que son claramente malas, Pablo contrapone el fruto del Espíritu, que incluye el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la afabilidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre y el dominio propio. El contexto indica que Pablo no está discriminando ni condenando al cuerpo, que junto con el alma espiritual constituye la naturaleza del ser humano y su subjetividad personal. Más bien, se refiere a las obras y disposiciones moralmente buenas o malas que son resultado de la sumisión o resistencia a la acción salvífica del Espíritu Santo. Por lo tanto, Pablo exhorta a vivir según el Espíritu si vivimos de acuerdo con él.

En los textos de Pablo, se entrelazan y se complementan la dimensión ontológica (carne y espíritu), la ética (bien y mal) y la pneumatología (acción del Espíritu Santo en el orden de la gracia). Sus palabras nos permiten experimentar y comprender vívidamente la fuerza de la tensión y lucha que ocurren en el ser humano entre la apertura a la acción del Espíritu Santo y la resistencia y oposición a Él y a Su don salvífico. Los polos contrapuestos son la limitación y pecaminosidad del ser humano, que son puntos neurálgicos de su realidad psicológica y ética, y el misterio del don divino, la donación continua de la vida divina a través del Espíritu Santo. La victoria pertenece a aquel que ha sabido acoger este don.

Desafortunadamente, la resistencia al Espíritu Santo, resaltada por Pablo en la dimensión interior y subjetiva como tensión, lucha y rebelión en el corazón humano, encuentra su

manifestación externa en diferentes épocas históricas y, especialmente, en la época moderna. Se concentra en la cultura y la civilización como un sistema filosófico, una ideología y un programa de acción y formación de comportamientos humanos. El materialismo, en sus diversas formas teóricas y prácticas, excluye radicalmente la presencia y acción de Dios en el mundo y en el hombre debido a su carácter inherentemente ateo. El materialismo dialéctico e histórico, especialmente vinculado al marxismo, lleva al extremo las consecuencias prácticas de este sistema de pensamiento.

El materialismo considera que la religión es una ilusión idealista que debe ser eliminada de la sociedad y del corazón humano. Es el máximo desarrollo y consecuencia coherente de la resistencia y oposición señaladas por Pablo: "La carne tiene apetencias contrarias al espíritu". Sin embargo, esta contraposición es recíproca, como el Apóstol destaca en la segunda parte de su afirmación: "El espíritu tiene apetencias contrarias a la carne". Aquellos que desean vivir según el Espíritu deben rechazar las tendencias y pretensiones internas y externas de la carne, incluso en su expresión ideológica e histórica del materialismo antirreligioso.

En esta época caracterizada por la civilización materialista, se deben resaltar las "apetencias del espíritu" en la preparación del gran Jubileo como llamados que resuenan en la noche de un nuevo tiempo de Adviento, donde todos podrán ver la salvación de Dios. La Iglesia confía en que, a pesar de la lucha entre las apetencias contrarias al espíritu y las apetencias contrarias a la carne que caracterizan muchos aspectos de la civilización contemporánea, el Espíritu Santo continúa comunicando y convenciendo sobre el pecado salvíficamente.

La contraposición entre el espíritu y la carne incluida en la enseñanza de Pablo también implica una contraposición entre la vida y la muerte. El materialismo, como sistema de pensamiento, niega la existencia de vida después de la muerte y considera la muerte como el final definitivo de la existencia humana. En la civilización contemporánea, se observa un aumento de los signos y señales de muerte, como la amenaza nuclear, el hambre y la destrucción de vidas humanas. El aborto y la violencia terrorista también atentan contra la vida humana. Estos problemas, tanto económicos como éticos, son sombríos aspectos del panorama actual mientras nos acercamos al final del segundo milenio cristiano.

Sin embargo, a pesar de esta realidad, la Iglesia sostiene firmemente la esperanza de que el Espíritu Santo trae una comunicación y venida salvíficas. Aunque existen sufrimientos y gemidos en la espera del rescate del ser humano, hay una esperanza indefectible porque Dios, que es Espíritu, se ha acercado al ser humano al encarnarse y comunicar continuamente el Espíritu Santo. La Iglesia confía en la comunicación salvífica y el convencimiento del Espíritu en medio de la lucha entre las apetencias contrarias al espíritu y las apetencias contrarias a la carne.

SUSTENTACIÓN BÍBLICA:

A. Lucas 2:27: "Vino movido por el Espíritu al templo. Y cuando los padres trajeron al niño Jesús para cumplir con él lo acostumbrado por la Ley."
Lucas 2:34: "Simeón los bendijo, y dijo a su madre María: 'Mira, este niño ha sido puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción.'"

B. Gálatas 5:17: "Porque el deseo de la carne se opone al Espíritu, y el del Espíritu se opone a la carne; estos se oponen entre sí, para que ustedes no hagan lo que quisieran."

C. Gálatas 5:16-17: "Digo, pues: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la carne. Porque los deseos de la carne se oponen al Espíritu, y los del Espíritu se oponen a la carne; pues éstos son contrarios entre sí, para que no hagan lo que quieran."

D. Gálatas 5:19-21: "Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios."

E. Gálatas 5:22-23: "Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley."

F. Gálatas 5:25: "Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu."

G. Romanos 8:5, 9: "Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu [...] Pero ustedes no están en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en ustedes."

H. Romanos 8:6, 13: "Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz [...] si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis."

I. Romanos 8:10, 12: "Y si Cristo está en ustedes, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia [...] Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne."

J. 1 Corintios 6:20: "Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios."

K. Lucas 3:6: "Y verá toda carne la salvación de Dios."
Isaías 40:5: "La gloria de Jehová será revelada, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado."

L. Romanos 8:3: "Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne."

M. Romanos 8:23: "Y no sólo ellas, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo."

N. Romanos 8:26: "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles."