N.S.J. a Luisa Picarreta:
Jesús la lleva a ver el mundo y dice “Ecce homo”. [3](1) Después de haber esperado mucho, el bendito Jesús se hacía ver dentro de mi interior, diciéndome:
(2) “¿Quieres que vayamos a ver si las criaturas me quieren?”
(3) Y yo: “Seguro que te querrán; siendo Tú el Ser más amable, ¿quién tendrá la osadía de no quererte?”
(4) Y Él: “Vayamos y después verás lo que harán”.
(5) Nos hemos ido, y cuando llegamos a un punto donde había mucha gente, ha sacado su cabeza de dentro de mi interior y ha dicho aquellas palabras que dijo Pilatos cuando lo mostró al pueblo: “Ecce Homo”. Y comprendía que aquellas palabras significaban si querían que el Señor reinase como su Rey, y tuviese el dominio en sus corazones, en las mentes, y obras; y aquellos respondieron: “Quítenlo, no lo queremos, más bien crucifíquenlo, a fin de que sea destruida toda memoria suya”. ¡Oh, cuántas veces se repiten estas escenas! Entonces el Señor ha dicho a todos: “Ecce Homo”.
(6) Al decir esto sucedió un murmullo, una confusión, quién decía: “No lo quiero por Rey mío, quiero la riqueza, otro el placer, otro el honor, quién las dignidades y quién tantas otras cosas más. Con horror yo escuchaba estas voces y el Señor me ha dicho:
(7) “Has comprendido como nadie me quiere, sin embargo esto es nada, dirijámonos a la clase religiosa y veamos si me quieren”.
(8) Entonces me he encontrado en medio de sacerdotes, obispos, religiosas, consagrados; y Jesús con voz sonora ha repetido: “Ecce Homo”.
(9) Y aquellos decían: “Lo queremos, pero queremos también nuestra conveniencia”. Otros: “Lo queremos, pero junto con el interés”. Respondían otros: “Lo queremos pero unido a la estima, al honor, ¿qué hace un religioso sin estima?” Replicaban otros: “Lo queremos, pero unido a alguna satisfacción de criatura, ¿cómo se puede vivir solo y sin que nadie nos satisfaga?” Y algunos llegaban a querer al menos la satisfacción en el sacramento de la confesión. Pero solo, solo, casi ninguno lo quería, no faltando también que alguno no se ocupara de hecho de Jesucristo.
(10) Entonces todo afligido me ha dicho: “Hija mía, retirémonos, has visto cómo ninguno me quiere, o a lo más me quieren unido con alguna cosa que a ellos les agrada, Yo no me contento con esto, porque el verdadero reinar es cuando se reina solo”.
(11) Mientras esto decía me he encontrado en mí misma. LIBRO DE CIELO, VOL. 4, marzo 6,1903.