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La donación salvífica de Dios por el Espíritu Santo: 1. En su último discurso durante la Última Cena, Cristo se refiere especialmente a cómo el Espíritu Santo se otorga y se entrega. Según el …Más
La donación salvífica de Dios por el Espíritu Santo:

1. En su último discurso durante la Última Cena, Cristo se refiere especialmente a cómo el Espíritu Santo se otorga y se entrega. Según el Evangelio de Juan, se revela la "dinámica" más profunda del enigma de la salvación, que radica en el plan eterno de Dios, como extensión de la indescriptible unión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esta "lógica" divina conecta el misterio de la Trinidad con el misterio de la Redención del mundo a través de Jesucristo. La Redención, llevada a cabo por el Hijo en el contexto de la historia humana y realizada a través de su "partida" mediante la Cruz y la Resurrección, se transmite en toda su potencia salvadora al Espíritu Santo.

2. Este es un nuevo comienzo en relación con el primer origen de la dádiva salvadora de Dios, que se relaciona con el misterio de la creación. Este concepto bíblico de creación implica no solo el surgimiento del cosmos, sino también la presencia del Espíritu de Dios en la creación, que es el inicio de la comunicación salvadora de Dios a lo que crea. Esto es especialmente relevante para el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios.

3. Aparentemente, las palabras de Jesús en su discurso de despedida también se refieren a ese "inicio" tan antiguo, pero crucial, que conocemos a través del Génesis. Al describir su "partida" como condición para la "venida" del Paráclito, Cristo une el nuevo inicio de la comunicación salvadora de Dios por el Espíritu Santo con el misterio de la Redención. Este es un nuevo comienzo porque el pecado se ha interpuesto entre el primer comienzo y toda la historia del hombre, y se opone a la presencia del Espíritu de Dios en la creación y, sobre todo, a la comunicación salvadora de Dios al hombre.

4. Por eso Jesucristo dice en el Cenáculo: "Es para vuestro bien que yo me vaya", "Si me voy, os lo enviaré". La "partida" de Cristo a través de la Cruz tiene el poder de la Redención, y esto también implica una nueva presencia del Espíritu de Dios en la creación: el nuevo comienzo de la comunicación de Dios al hombre a través del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el Espíritu del Padre y al mismo tiempo, es el Espíritu del Hijo. Con el envío de este Espíritu "a nuestros corazones", comienza a cumplirse lo que "la creación espera ansiosamente".

5. El Espíritu viene a costa de la "partida" de Cristo. Aunque esta "partida" llenó de tristeza a los apóstoles, esta "tristeza se convertirá en gozo". En efecto, Cristo incorporará en su "partida" redentora la gloria de la resurrección y de la ascensión al Padre.

6. A través de la Cruz redentora y por la fuerza de todo el misterio pascual de Jesucristo, el Espíritu Santo viene para quedarse desde el día de Pentecostés con los Apóstoles, para estar con la Iglesia y en la Iglesia y, a través de ella, en el mundo. De este modo se realiza definitivamente ese nuevo comienzo de la comunicación de Dios uno y trino en el Espíritu Santo por obra de Jesucristo, Redentor del Hombre y del mundo.

SUSTENTACIÓN BÍBLICA:

1. La "partida" de Cristo y la llegada del Espíritu Santo: "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir" (Juan 16:13).

2. El inicio de la dádiva salvadora de Dios con la creación: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra" (Génesis 1:1), y "Y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas" (Génesis 1:2).

3. El hombre creado a imagen y semejanza de Dios: "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza" (Génesis 1:26).

4. La "partida" de Jesús como condición para la llegada del Espíritu Santo: "Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya, porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré" (Juan 16:7).

5. La tristeza de los apóstoles por la "partida" de Cristo y la promesa de gozo: "Triste se hallará ustedes, pero su tristeza se convertirá en alegría" (Juan 16:20).

6. La permanencia del Espíritu Santo después de la partida de Cristo: "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre" (Juan 14:16).