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La Esquizofrénica Misericordia Abortista del Vaticano

“Por sus frutos los conoceréis. […] todo árbol bueno da frutos buenos, mientras que el árbol malo da frutos malos. […] por sus frutos los conoceréis” (Mt 7, 16-20)

Condena teórica del aborto por parte de Bergoglio -un crimen ejecutado por sicarios-, pero amistad y reconocimiento a los promotores del crimen, en una actitud rayana en la esquizofrenia. Como lo caracterizó alguna vez el cardenal Carlo Maria Martini, un ejercicio de ateísmo práctico: de palabra se mantiene el dogma y la doctrina, pero en los hechos se ensalza a quienes obran en sentido totalmente contrario. Gatopardismo invertido: que nada cambie en lo doctrinal, para que todo cambie en lo pastoral

1) Esquizofrenia pontificia: el aborto es un crimen, pero el abortista está en comunión con la Iglesia

Los encuentros amistosos, cálidos y alegres del papa Bergoglio en el Vaticano con dos de los máximos exponentes partidarios y promotores del genocidio prenatal -Nancy Pelosi y Joseph Biden- pusieron en evidencia hace unos días la actitud que bien se podría calificar de esquizofrénica (¿o hipócrita?) del pontífice reinante respecto a la cuestión del aborto.

Esta actitud dual pudo ser visualizada desde los inicios del pontificado de Bergoglio, pero en el vuelo de retorno de Bratislava a Roma, el pasado mes de setiembre, se manifestó con toda claridad la ambigüedad personal y la confusión que siembra respecto al tema. Una ambigüedad y una confusión fríamente calculadas, que le permite quedar bien con los cristianos auténticos -en lo teórico- y al mismo tiempo con los partidarios del aborto -en la práctica cotidiana- y, sobre todo, en el mundo de la alta política. Recurriendo con suma astucia a la manipulación del lenguaje y a los gestos significativos.

Vale la pena observar detenidamente las fotos con la legisladora Pelosi subiendo las escalinatas del Vaticano o en la más que amena y amical conversación en el despacho papal, o las fotos con el presidente estadounidense: risueño, amistoso y hasta alegre. Aunque genocidas confesos y públicos, Bergoglio se siente más que cómodo con ellos. Clarísimo mensaje para los obispos estadounidenses que se niegan a dar la Comunión a abortistas genocidas confesos.


Por un lado, nuestro pontífice condena teórica y doctrinalmente el aborto, tal como lo define la Iglesia, pero en la práctica se muestra con toda alegría junto a quienes ya a esta altura son promotores del más espantoso y repudiable genocidio de la historia. No sólo con las dos figuras políticas antes mencionadas, sino con Hillary Clinton, Jeffrey Sachs, Ema Bonino, Evo Morales, Melinda Gates, John Boongarts, etc. Con lo cual relativiza la promoción del asesinato prenatal, a esta altura ya convertido en un genocidio global, le baja el precio al problema, como bien ha definido uno de sus sirvientes en la Congregación para la Doctrina de la Fe: “además del aborto, hay otros temas que también son preocupantes para la Iglesia”, como ser el medio ambiente, la pobreza, la inmigración, etc. En otras palabras: el aborto es un tema más, y no el más importante.

En la conferencia de prensa que brindó el 15 de setiembre en el mencionado vuelo Bratislava-Roma[1], respecto al tema dijo Bergoglio que “El aborto es un homicidio. […] quien hace un aborto, mata. [El concebido] es una vida humana, punto. Esta vida humana debe respetarse. Este principio es así de claro”. Y a continuación recurre a las dos preguntas que se han vuelto ya habituales: “¿Es justo matar una vida humana para resolver un problema? Científicamente es una vida humana. Segunda pregunta: ¿Es justo contratar a un sicario para resolver un problema?”.

Como se puede apreciar, doctrinalmente es impecable. Pero en la práctica pastoral Bergoglio se enternece, pero no con las víctimas sino con los criminales. En este caso, deja de lado que en su sistema jurídico -el Código de Derecho Canónico- el aborto es causa de excomunión de la Iglesia, es decir, quien lo ejecuta, acompaña o promueve se excluye automáticamente de la comunión de la Iglesia, ya no forma parte de ella. Incurre en excomunión latae sententiae, es decir, sin necesidad de proceso judicial que desemboque en una sentencia (proceso que se denomina excomunión ferendae sententiae). Es por eso, para no escandalizar a los fieles verdaderos y auténticos, cuando la actitud a favor del aborto es pública y manifiesta, que sus ejecutores no deben recibir la Comunión, porque están fuera de la comunidad eclesial: “No deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena, y los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave[2]. Lo cual es el caso de Nancy Pelosi y de Joseph Biden, autoproclamados “católicos” y partidarios del asesinato prenatal (=aborto), que con su accionar persisten en un manifiesto pecado grave, tal como lo define el Código.

En ambos casos, pero sobre todo con el presidente estadounidense, Bergoglio dejó que él mismo diera a conocer que el pontífice de la Iglesia lo reconoce como un “buen católico” y le permite comulgar, a pesar de su fervor abortista, de palabra y de hecho. En este caso, Bergoglio termina dejando al abortista en comunión con la Iglesia: no corrige al que está pecando manifiestamente, por el contrario, “le abre su corazón”, lo “misericordea”, como le gusta decir. De hecho, lo deja adentro de la comunidad, cuando en realidad el abortista se ha alejado de ella, por promover un crimen y en forma persistente, sin el menor remordimiento, violando el 5º mandamiento, dictado por Dios, no por la Iglesia.

Para justificar esta forma de proceder, como ocurrió en la conferencia de prensa aludida, Bergoglio recurre en forma adrede a la confusión, al responder a la pregunta de si un católico abortista puede recibir la Comunión. Según él, negar la Comunión es un problema pastoral (sic!), no teológico. Más aún, negar la Comunión -dice a continuación- es “hacer política”, no un obrar de pastor. ¿Por qué? No lo dice, lo insinúa y listo. Es “palabra de Bergoglio” y punto.

Pero no se queda ahí y continúa confundiendo: “cuando la Iglesia, para defender un principio, no lo hace pastoralmente se mete en el plano político y esto siempre ha sido así”. Según él, el pastor debe ser pastor “y no ir condenando o no condenando, [debe] ser pastor”. Más aún, debe ser “pastor de los excomulgados”, porque “toda la Biblia lo dice”. ¿Dónde lo dice? No lo especifica, porque no puede, por eso lo impone apodícticamente, simplemente porque él lo dice. En todo caso, es la “Biblia” de Bergoglio, no la de la Iglesia. Por eso es “palabra de Bergoglio” y punto[3]. ¿No será mucho?

Así, de un plumazo, sobre este tema tan delicado, Bergoglio deja de lado la Revelación, la Tradición bimilenaria de la Iglesia y todo el Magisterio eclesial para imponer su propio punto de vista y su agenda, pero en abierta y evidente contradicción con la Iglesia de Jesucristo y sus 2000 años de historia. “Nunca negué la Comunión a nadie”, como si él fuera Jesucristo, la instancia última, definitiva e inapelable.

2) Soy Bergoglio, no Francisco:

Pero el hecho es que no sólo no es Jesucristo, tampoco es su Vicario, como han sido todos los pontífices que le precedieron y qué él mismo debería serlo. En forma consciente el mismo Bergoglio renunció a ese carisma, en un gesto que pasó casi desapercibido, o no llamó demasiado la atención, pero que fue muy significativo: la publicación del Anuario Pontificio en abril de 2020, pocos días después que la OMS decretara que el mundo entraba en proceso de pandemia a escala global.

Ese documento más que centenario se publica anualmente y contiene el listado histórico y oficial de todos los Papas que han gobernado la Iglesia Católica desde su comienzo, y ofrece un registro de los cardenales, obispos, diócesis, departamentos de la Curia Romana, las misiones diplomáticas de la Santa Sede, las congregaciones religiosas, las universidades católicas y las restantes instituciones eclesiales que conforman la Iglesia. Comenzó a publicarse, con otros nombres, a partir del siglo XVIII, y desde 1912 es editado por la Librería y Editorial Vaticana.

En la edición del año 2019, siguiendo la tradición, como Papa reinante, Bergoglio fue presentado con los títulos que identifican la misión del pontífice y que forman parte de su ser mismo como guía y cabeza de la Iglesia. El primero de los títulos y que mejor define su esencia, su razón de ser, es el de Vicario de Cristo. En esa edición, al igual que en todas sus ediciones anteriores, este título papal fue el primero de los mencionados, como lo ha sido siempre. Pero en la edición del año 2020 el primer nombre que aparece es el de Jorge Mario Bergoglio y unas breves líneas sobre su persona, ya sin los atributos de Vicario de Cristo y de los restantes, que han pasado a ser cosas del pasado, “títulos históricos” que ya no tienen vigencia.


Anuario Pontificio 2019 (arriba)

Anuario Pontificio 2020 (debajo)


Que no se trató de un hecho casual o un descuido se puede verlo con toda claridad en una prácticamente desconocida entrevista que le hiciera a Bergoglio una página web el 30 de octubre del año pasado, en la que el pontífice sostiene que para tomar una decisión se guía por por “el instinto, el Espíritu Santo y el amor de mi maravilloso pueblo que sigue a Jesucristo[4]. Es decir, nada de Tradición ni Magisterio, ni tampoco de la Revelación, sólo él. Evidentemente, falta en Bergoglio el “nosotros” que lo une a sus predecesores. Es claramente él y nadie más.

Es por eso que como ex vicario de Cristo, o en todo caso como ya-no-vicario de Cristo, el papa Bergoglio no convierte a nadie, al revés de Jesucristo, que lleva hacia Dios a todo aquél que entra en contacto con él. Al revés que lo que logra el actual pontífice, que hace que se mantengan en el pecado y en el crimen a quienes, como Pelosi y Biden, y tantos otros, se abogan infatigablemente por el asesinato prenatal.

La ventaja de no ser ya Vicario de Cristo es que el pontífice puede obrar según su propia voluntad, dejando de lado toda la Tradición bimilenaria de la Iglesia y el vínculo con sus predecesores, tal como destaca Aldo Maria Valli en un excelente artículo titulado “Roma sin Papa. Es Bergoglio. No Pedro”[5].

3) De la Compañía de Jesús a la Casa Rothschild:
Es muy llamativo, o muy significativo, que alguien que en su juventud eligió incorporarse a la Compañía de Jesús, fundada por san Ignacio de Loyola, para ser soldado de Cristo, al llegar al papado haya decidido convertir el título de Vicario de Cristo en cosa del pasado, en un “título histórico”. En relación con esto, es muy significativo también que en sus 6 años de pontificado, aunque se haya rodeado de colaboradores jesuitas, el papa Bergoglio ignore el legado del fundador y no lo refleje en sus exposiciones, discursos, homilías, etc. No hay casi nada de la garra jesuítica en su prédica, salvo contadas excepciones.

¿Tendrá algo que ver su membresía en la familia Rothschild, a través de la asociación del Vaticano con el Concejo para el Capitalismo Inclusivo, creado por la baronesa Lynn Forester de Rothschild, tercera esposa de sir Evelyn Robert de Rothschild? El 8 de diciembre de 2020 no sólo se formalizó ese vínculo tan estrecho con la plutocracia angloamericana nucleada en ese organismo, sino que además la ilustre dama le otorgó al papa Bergoglio el título de “poeta” del Concejo, porque con su prédica endulza la prosa del proyecto. ¿Como si fuera un bufón de la corte?

En un artículo anterior, “De las 30 monedas de plata al Concejo para el Capitalismo Inclusivo” pusimos de relieve, entre otras cosas, que este emprendimiento no sólo nuclea y reúne a los representantes más rancios del Capitalismo concentrador de la riqueza y promotor del genocidio prenatal a escala planetaria, sino que además propone “cambiar el capitalismo para bien”, inspirándose en “la guía moral de Su Santidad el papa Francisco para aprovechar el poder de los negocios para el bien”, aprovechando “el sector privado para crear un sistema económico más inclusivo, sostenible y fiable”, sin ninguna presencia del Estado: capitalismo ultraliberal, con la bendición del “Papa de los pobres” [6]: todo con el capital privado, nada de Estado presente.
Como dice lady Forester de Rothschild, el papa Bergoglio le pone poesía al proyecto plutocrático ultraliberal. Hermosa síntesis.

¿Es posible que este extraño vínculo de “una Iglesia pobre para los pobres” asociada al proyecto político capitalista de la Casa Rothschild explique por qué el papa Bergoglio tenía hasta setiembre del año pasado una cuenta bancaria exclusiva individual, para uso discrecional, con más de 20 millones de libras esterlinas, tal como dio a conocer un amigo personal de Bergoglio, el periodista italiano Eugenio Scalfari[7], noticia que confirmó el arzobispo Nunzio Galantino, presidente de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), prelado de extrema confianza del pontífice[8]?

Es que surgen interrogantes, tal como los planteó en su momento Pezzo Grosso, un colaborador de la página web Stilum Curiae: “el Papa tiene una cuenta reservada? ¿De 20 millones o más de libras esterlinas?”. ¿Quiere decir que el papa Bergoglio -“igualitarista, pro inmigración masiva y ecologista- es riquísimo?”. ¿Pero de dónde salieron esas libras esterlinas? ¿Le paga la reina Isabel de Inglaterra? “¡Cuántas sospechas!”[9].

Es posible también que esta asociación papa Bergoglio-Concejo para el Capitalismo Inclusivo explique por qué son tan afines la agenda política-social llevada a cabo por el actual pontificado con el proyecto globalista impulsado por la familia Rothschild a través del mencionado organismo, que hace aparecer a los “amos del capitalismo” como “extraños multimillonarios que se están convirtiendo en marxistas”, preocupados por la pobreza, la inclusión, el problema medioambiental, tratando de impulsar un “capitalismo responsable, inclusivo y ético”[10].

Pero este esquema del Capitalismo oligarca “para los pobres” tiene la legalización del asesinato prenatal (=aborto) a nivel global como una de sus políticas sine qua non. Quizás sea este vínculo y su rol de “poeta” el que le impida al papa Bergoglio expresarse en forma oficial y tajante contra el aborto como política de Estado y le “obligue” a ser “misericordioso” con los promotores del genocidio más espantoso, cruel y bárbaro de todos: la legalización del asesinato de los seres humanos más inocentes e indefensos de todos.

En este sentido, así como impulsó tantos Sínodos -familia, juventud, Amazonia- ¿no podría el papa Bergoglio convocar a un Sínodo sobre los mártires que se asesinan anualmente por millones? ¿No tiene nada que decir la Iglesia a este intento de sus socios capitalistas de fundar una nueva “civilización” sustentada en el genocidio anual de 50 millones de seres humanos antes de que nazcan?

En definitiva, ¿no es más importante ocuparse del genocidio prenatal global que poner a la Iglesia a mirarse el ombligo para ocuparse de la sinodalidad? ¿Los asesinados antes de nacer no forman parte de las periferias existenciales?

[1] Ver en vatican.va/…er/documents/20210915-bratislava-volo-ritorno.html
[2] Ibidem, canon 915.
[3] El pastor no debe condenar, dice, pero en el interior de la Iglesia él no ha dudado ni duda en hacer totalmente lo contrario: condena a los “fundamentalistas”, a los “tradicionalistas”, excluye a los prelados verdaderamente católicos, interviene y disuelve congregaciones religiosas que no se aggiornan, etc.
[4] En adnkronos.com/…-covid-corruzione-benedetto_67QhcspaDJroLUEDPKKZVk
[5] En aldomariavalli.it/2021/02/26/roma-sin-papa-es-bergoglio-no-pedro/
[6] En marcotosatti.com/…de-plata-al-concejo-para-el-capitalismo-inclusivo/
[7] En repubblica.it/…20/09/30/ecco-come-rubavano-i-soldi-al-papa01.html
[8] En avvenire.it/…gine/intervista-galantino-finanze-vaticane-e-obolo
[9] En marcotosatti.com/…/pg-il-papa-ricco-in-una-chiesa-sempre-piu-povera/
[10] Alan Feuer, en afr.com/…cy-Leaders-Launch-Worldwide-Initiative-to-Promote-
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Pablo Gamberoni compartió esto
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mariohecte2
Gloria y alabanza a Jesucristo!