Brodofoumé, Costa de Marfil. 22 de junio. Hoy nos hemos levantado y sabíamos que no era un día normal: era el cumple de don Juan Navalpotro, más conocido aquí como “el Kaiser”. Y, como era normal, le hemos cantado el Cumpleaños Feliz en el desayuno.
Luego nos hemos dirigido al trabajo para realizar la jornada de hoy. Ya hay cosas terminadas, como la fosa, y la pintura, que Diego González-Besada sigue con las guerras de a ver quién acaba más manchado. Otros alumnos se han dirigido al dispensario médico donde les han enseñado de todo. Lo que más ha impactado es que a las madres no les importa que sus hijos tengan malaria o no (aquí es normal tenerla).
Después de una buena comida, “el Kaiser” nos dijo que íbamos a ir a las aulas donde estábamos trabajando para dar clases de español a los niños del poblado. Pero, como de costumbre en África, no se sabe nada con certeza y es mejor dejarse llevar, ya que al final los niños vinieron a nuestra residencia, donde estuvimos cantando con ellos, jugando a juegos como el pañuelo, el mareo y más. Lo mejor era ver la sonrisa de oreja a oreja de cada niño por poder jugar con nosotros un rato de la tarde, y las ganas que tenías de correr a por un simple pañuelo.
Una vez que los niños se fueron, nos dirigimos a la Santa Misa; Álvaro Luengo dirigía el coro.
Para poner la guinda al pastel, la cena terminó con una rica tarta por el cumple de don Juan y con un festival donde numerosos alumnos realizaron una serie de números: nos divertimos y nos reímos como de costumbre: #soyderetamar. Escrito por Jaime Caldés y Pedro Palazón.