Vivo en el campo y ya llevo varios años con una gran cruz blanca reposada y fijada en el suelo en un campo que tengo justo enfrente a mi vieja humilde cueva, como uno más de los diferentes puntos de encuentro con Mi Señor que tengo esparcidos por diferentes espacios tanto en interiores como en exteriores. Pero a diferencia de los otros espacios de oración, éste es muy especial ya que la magia que regala la noche es incomparable ya que me envuelve de un inmenso placer y relajante paz en maravillosa casi indescriptible intimidad estando en conversación con Él, sobre todo si es bajo un sereno cielo estrellado. Para mi es una bendición poder cubrir mi necesidad de encuentro espiritual a través de esta manera tan privilegiada y especial en Comunión con Mi Señor. Recomiendo a todos con gran fervor acompañado de mis mejores deseos en que podais llevar a la práctica y disfrutar de esta maravillosa costumbre espiritual y experiencia, ya que todos disponemos de un acceso a algún espacio abierto al aire libre.